Si usted no leyó el post anterior, le recomiendo hacerlo, para tener el contexto completo de la historia.
Y sí, todo tiene un fin… ya había que regresar al objetivo inicial: Madrid, porque mañana, lunes, había que arrancar con todo.
El sábado de la gran final estaba soleado, caluroso y sin nubes; pero el domingo 29 en Milán estaba frío y lluvioso; como si las lágrimas de los fans del Atlético de Madrid regresaran a la tierra, después de una evaporación nocturna.
El aeropuerto estaba hasta Bergamo (no es albur, así se llama el poblado), a casi una 1 hora de camino, y dado que estaba muy corto de tiempo por aquello de intentar hacer compras de pánico de última hora, recurrí al tan gustado y universal Uber.
En Milán no hay UberX (o UberPop como le llaman en Europa) puro Black, así que revisé primero a cómo salía el viaje con su tarifa dinámica.
¡No! Parecía con ese precio que yo no quería ir a Bergamo, sino la Bergamo venía a mí.
Claramente no era una opción, ya que digamos, no soy el target de Uber Black en Milán.
Y luego ¿qué hago?, ¿parar un taxi con esa lluvia? ¡Complicado!
Entonces busqué si había un App de taxis, si están tan evolucionados con los boletos de metro, ni modo que nodo.
Estaba ésta, que por sólo 95 Euros me podía llevar… era una ganga contra Uber.
Además decían que se podía pagar con PayPal; pues pura madre, al momento de terminar el viaje, el App “crasheó” y tómala don cuco, a pagar en efe. Pero bueno, ya había llegado y con buen tiempo.
Era tiempo de abordar y decir “arrivederci Milano”.
Manuel