De personas, confianza y controles: el caso #Yogome

Hace 6 años conocí en Morelia a Manolo Díaz en un curso de programación de apps para niños; mi hijo asistió y la verdad fue bastante bueno ya que logró sembrar en un par de días la semilla por el gusto de programar (que, aunque mi chavo genéticamente tal vez ya la trae, digamos que ayudó a activarla). En mi primer contacto me pareció una buena persona, de esos que te caen bien porque hacía lo suyo y era bueno; sabia, podía y quería ser un agente de cambio en el entorno. Creo que esto fue clave en el crecimiento de #Yogomo. Como emprendedor sobresalió en México porque su pasión de enseñar a niños la capitalizó en un mercado donde había espacio para su propuesta de valor. No por nada, llegaron a ser 160 personas.

Le perdí la pista, y de vez en cuando llegué a escuchar de él, ya que era referencia en el ecosistema emprendedor mexicano.

Hace unos días me llevé una gran sorpresa, leí varias noticias de que habían quebrado por malos manejos. ¡No! ¿en qué momento? ¿No que era uno de los ejemplos a seguir como emprendedor?

Antes de continuar, quiero aclarar que este texto no es con el fin de juzgarlo o exonerarlo (eso le tocará a la ley) He leído “lo maloso” que fue Manolo y como se los chingó, pero a esa historia le hacen falta “patas” creo yo. Son de esos temas que vale la pena darle una vista de distintas perspectivas, y quiero abordarla esta vez como inversionista, no hacia la persona.

Entonces, según las noticias, dicen que los fondos de inversión inyectaron 30 millones de dólares con ellos; yo me pregunto, si fuera mi dinero ¿Cuáles serían los mecanismos para protegerlo y a su vez, darle continuidad al plan de negocio del emprendedor? Y ahora ¿qué le va a decir el fondo a los inversionistas?

  • “Perdón, nos chingaron por confiados.”
  • “Perdón, nos chingaron por que nuestro equipo del consejo de administración y los del comité de auditoría no fueron lo suficientemente buenos para darse cuenta de lo cabrón y maloso que era ese CEO.”
  • “Perdón, nos chingaron por creer que como hacía cosas para niños era bueno, y no era necesario cuidarlo.”

Y hay más, pero bueno, para justificaciones siempre sobran argumentos.

Cuando estudié el MBA en IPADE, recuerdo mucho los elementos del control (cortesía de Pedro Suárez) y decía que son tres: controlas por Acción, Resultados, o a la Persona (confianza). Y entonces bajo esta guía, si fueran mis 30 millones, jamás controlaría solo basado en la persona, hay demasiado en juego como para “aquí te dejo 30 millones, mañana regreso, mientras chíngale…” Dicen que la culpa no es del indio, sino del lo que hace compadre, tal vez es el caso. Si inviertes tu dinero en un fondo de inversión sin los controles para garantizar el seguimiento al plan de negocio y el buen manejo de los recursos, mejor apuesta en Las Vegas.

Es más ¿qué hubiera pasado si el malo de la película no fuera el CEO, sino un equipo aparte? Estos movimientos para chingarse 30 millones, no me parece que sean sólo de una persona, y menos si tienes un consejo de administración con externos (VCs) y con un comité de auditoría que proteja a los accionistas. No le dijeron “Manolo, toma el cheque de 30 millones, ve al banco lo cambias y regresa…”  y nunca regresó… pero no fue así.

Como comentaba al inicio, así como dicen que el caso de Yogome es malo para el ecosistema emprendedor, porque nos deja ver mal, lo es también para el ecosistema de inversionistas, que los deja en evidencia que por andar dando dinero como el cajero de los emprendedores sin control, ahí también hay problemas por confiados y falta de control.

Hay una frase que dicen los rusos, que me gusta aplicar en mi día a día:

“Confía, pero verifica”

Saludos

 

Amsterdam, sus bicicletas y un geek

De nuevo en Europa, esta vez a Amsterdam, al evento del IBC 2017, donde se presentan todos los temas relacionados con broadcast digital y entretenimiento online. Pero esta vez no hablaré del evento, sino de una de las experiencias paralelas que se viven en Amsterdam de día (de noche no, porque este es un blog para todo público).

En el capítulo anterior hablaba sobre mi experiencia de rentar bicis bajo el modelo de suscripción, pero para mi sorpresa, aquí en Amsterdam, existe el modelo onDemand (sólo pagas por el tiempo que la uses). Quieres una bici y estás cerca de ella… ¡tómala, papá! O camina y ve por ella, ya que están dispersas por toda la ciudad, sin estaciones oficiales para estacionarlas o recogerlas, sólo aparcadas en la calle.

Así que madrugamos para perseguir la chuleta (esta vez en bicicleta), les comparto parte de la experiencia.

Bajo la perspectiva con la que me gusta evaluar este tipo de tecnologías y mi correspondiente experiencia como usuario (CX), lo resumo en:

  • Useful: Sí resuelve un problema de movilidad para quien no quiere usar transporte público, auto o simplemente quiere hacer algo de ejercicio y no tiene una bici a la mano.
  • Usable: A través de una App puedes registrarte en la plataforma (no hay que ir a alguna oficina o dejar documentos), sólo es cuestión de registrar una tarjeta de crédito y listo. Lo único tedioso fue cuando intenté ingresar una tarjeta VISA y no pasó, después una MasterCard y tampoco; pero con AMEX el proceso fluyó sin problema.
  • Delightful: Sólo pagas por el tiempo que la uses, y como la ciudad es un desorden bien organizado, siempre encontrarás una bici cerca de ti. Además de que ayudas al medio ambiente, quemas algunas calorías, y en algunos casos, hasta puedes llegar a sudar la cruda (dicen).

Y bueno, el día termina y comienza la noche. ¡Vámonos!

Saludos desde el futuro

 

Bicicletas, apps y geeks en Oslo (parte 1)

Generalmente cuando viajo me gusta explorar las ciudades saliendo a correr por las mañanas para identificar puntos de interés tal vez no tan convencionales y tener otra perspectiva de las ciudades. Esta ocasión cambió la rutina, afuera de mi hotel en Oslo, había un rack de bicicletas para rentar (sin mayor novedad, ya que en muchos lugares hay).

Me acerqué y revisé el proceso de renta. Ahí me comenzó a gustar la idea, ya que para hacerlo se requería una app (Bysykkel), que era la encargada de desbloquear la bici.

La instalé, agregué mi número de tarjeta de crédito, mi número de teléfono y listo, a conocer Oslo en dos ruedas.

Algo interesante del sistema es que sólo puedes usar la bici por 45 minutos y luego debes estacionarla. Si te pasas del tiempo se te penaliza con un cobro extra en la cuota por día y así garantizan un cierto nivel de disponibilidad para los usuarios.

La ventaja es que hay tantas estaciones para dejarla que no es mayor problema. Sólo abres la app y ves cuál estación tiene espacio disponible.

El proceso funciona igual a la inversa (para recoger una bici), por ejemplo, estás en la Ópera de Oslo y quieres ir a otro lugar: abres la app y localizas la estación más cercana a ti, donde existan bicis disponibles.

Este modelo de negocio basado en suscripción, te permite N viajes menores de 45 minutos incluidos en el periodo que elegiste y resulta interesante por la base de suscriptores que pagan su “fee” mensual o semanal.

Desde la perspectiva que me gusta evaluar estas implementaciones de experiencias de usuario (CX) y tecnología diría:

  • Useful: sí resuelve un problema de movilidad para quien no quiere usar transporte público, auto o simplemente quiere hacer algo de ejercicio y no tiene una bici a la mano.
  • Usable: a través de un app, puedes registrarte en la plataforma (no hay que ir a ninguna oficina y dejar papeles como en CDMX),  sólo es cuestión de una tarjeta de crédito y listo.
  • Delightful: desde la perspectiva del servicio/producto, las bicicletas son ligeras y además  hay múltiples estaciones para recoger/entregar tu bici y sacarle jugo a la plataforma, no importa si eres turista o local.

Así que bueno, a seguir dando el rol.

¡Saludos, banda!

Manuel de la Torre

@diosnegro @iainteractive